Una tasa de 25.000 millones a las grandes fortunas para frenar el déficit: el impuesto a los "superricos" que divide a la Asamblea francesa

Un impuesto del 2% sobre el patrimonio de las grandes fortunas superiores a los 100 millones de euros. La medida afectaría aproximadamente a 1.800 "domicilios fiscales" en Francia. Y supondría una recaudación "extra" entre 10.000 y 25.000 millones de euros anuales, necesarios para reducir el déficit presupuestario y evitar mayores recortes sociales...
La propuesta se conoce como el "impuesto Zucman", en honor al economista Gabriel Zucman, que asegura que el 86% de los franceses la apoyan, pese a la oposición frontal de los partidos de centro y derecha y el anatema lanzado por el multimillonario Bernard Arnault, que acusa a su promotor de ser "un militante de extrema izquierda" y de querer "echar por tierra la economía francesa".
El "impuesto Zucman" ha sido una de las principales reivindicaciones en las recientes protestas contra los recortes sociales en Francia. La izquierda lo ha convertido en su "estandarte" en las últimas batallas políticas y el Partido Socialista ha presentado incluso una propuesta -bautizada como Zucman "light"- en el acalorado debate de los presupuestos del 2026 que ha alcanzado su punto álgido esta semana.
La versión socialista propone un "impuesto mínimo" del 3% para altos patrimonios a partir de los 10 millones de euros. La propuesta, que introduce exenciones para las empresas "innovadoras" y familiares, se enfrenta a la oposición de los partidos de centro y derecha (incluida Marine Le Pen) y ha vuelto a ser criticada como "una ofensiva mortal contra nuestra economía" por Bernard Arnault.
"En cuanto introducimos exenciones, ponemos en marcha la maquinaria de la optimización fiscal", advierte Gabriel Zucman, que no acaba de ver con buenos ojos la propuesta "light" de los socialistas e insiste en que hay que apuntar más alto. "Las grandes fortunas han tenido siempre esa capacidad para aprovechar las lagunas legales y estructurar su patrimonio de forma que genere pocos o ningún ingreso gravable".
Pongamos que Gabriel Zucman, nacido en 1986, profesor en la École d'économie de Paris y en la Universidad de Berkeley, es el alumno aventajado de Thomas Piketty, el celebérrimo autor de "El capital en el siglo XXI". En 2013, Zucman saltó a la palestra con "La riqueza escondida de las naciones" y cinco años más tarde colaboró en el "Informe mundial sobre la desigualdad". Su última obra, escrita junto a Emmanuel Saez, lleva un título premonitorio: "El triunfo de la injusticia: cómo los ricos evaden los impuestos y cómo hacerles pagar".
"Yo hubiera preferido que al 'impuesto Zucman' lo llamaran el 'impuesto Arnault' porque de eso se trata: cómo aplicar la justicia fiscal y lograr que las grandes fortunas paguen la parte que les corresponde", se defendía el popular economista en una reciente entrevista en France Info. "Francia, más que ningún otro país occidental, se caracteriza por el control que los multimillonarios tienen sobre la vida económica y política del país, incluyendo el debate de ideas que constituyen el núcleo de la democracia".
Hasta el Financial Times, recuerda Zucman, ha proclamado que llegó el momento de pasar la "guillotina" a las exenciones fiscales de las que se benefician los superricos en Francia. Entre 1996 y 2025, los patrimonios de las 500 mayores fortunas del país se han multiplicado por 14, según la revista Challenges. Con una fortuna estimada en 116.000 millones de euros, Bernard Arnault -patrón del imperio del superlujo que controla Louis Vuitton, Dior y Moët, entre otros- ha sido desplazado de hecho este año al segundo lugar por Axel Dumas y los herederos de Hermès (163.000 millones).
"Pedir un esfuerzo a los ricos es la clave para la estabilización presupuestaria y el apaciguamiento político", advierte Gabriel Zucman. "Está claro que necesitamos más ingresos fiscales, dados nuestros problemas de déficit y deuda pública. Sin embargo, los más ricos siguen pagando proporcionalmente menos, y así no podremos resolver los problemas de las finanzas públicas".
Zucman ha salido al paso de las invectivas lanzadas contra él por Bernard Arnault: "La intensidad del debate no le autoriza a lanzar calumnias contra mí. Yo no he militado en ningún movimiento, ni en ningún partido político. Mis trabajos sobre la globalización y la redistribución son reconocidos en todo el mundo. Lo que ha hecho ha sido atacar la legitimidad de un estudio libre de toda presión financiera".
El premio Nobel Joseph Stiglitz ha salido en defensa de Zucman alegando que la reacción mayoritaria en contra de la clase política "demuestra el poder que la oligarquía económica sigue teniendo en Francia". "Lo que propone Zucman no es radical, sino incluso conservador: gravar las grandes riquezas con un impuesto mínimo del 2%... No creo que se pueda imponer un impuesto a la riqueza a escala global, pero si Francia hiciera algo así, podría marcar la tendencia al resto del mundo".
Desde el ala neoliberal han arreciado sin embargo en las últimas semanas las críticas al "impuesto Zucman", alegando que su aplicación tendría un grave impacto en la economía, que supondría la destrucción de más ingresos fiscales de los que generaría y que podría provocar en última instancia una fuga de grandes fortunas de Francia a otros países.
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